domingo, 9 de octubre de 2011

Por la mañana.


Llego a casa una tarde, me quito las botas y saludo a mis gatos.
Como siempre.
Me dirijo al sofá y me tumbo.

Ya han pasado 20 o 30 días y no puedo pasar una mañana sin desayunar café.

Al rato, como de golpe, se cierne la noche y me pregunto:
¿qué pasaría si él estuviera aquí?
Quien sabe.


Sary