[Modelo: Víctor]
Decides coger el coche, sin saber realmente a donde quieres ir a parar.
Te guías al azar, escogiendo tu camino apostando a cara o cruz contra las señales de tráfico con una moneda.
Un 'va y viene' que marea los sentidos, el aire caliente del radiador, y el ruido del llavero de la llave de contacto, golpeteando contra el salpicadero.
¿Cuántas veces has hecho la misma prueba?
¿Por cuántos caminos distintos has pasado ya?
Cuando hace calor sacas tu mano, imitando a los anuncios, vaticinando el éxtasis del después.
En invierno...
En invierno prefieres llevar bufanda y guantes.
Una recta de 20 metros y luego una curva a la izquierda.
Otras veces el azar te hacía dar vueltas hacia la derecha sin parar, llegando al mismo punto de partida, hasta que la moneda por fin decidía que era hora de cambiar, salía cruz y te indicaba que ya podías girar hacia la izquierda.
Pero por mucho que lo intentes, todo te lleva al mismo lugar, igual que los caminos a Roma.
Y, aunque exteriormente quieras forzar a querer ir a otro lugar, inconscientemente tu gran deseo es volver a donde siempre.
Y si encuentras una salida distinta a esta locura, a esta maraña de carreteras, por muy lejos que estés, te quedará en el recuerdo para siempre, como algo "inarrancable", como algo precioso y verdaderamente frágil.
Sary
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